Cuesta imaginar lo que significa vivir un siglo, al punto que la mayoría de nosotros ni siquiera lo considera una posibilidad. Para algunos representa una posibilidad única de conocer la historia de un país de primera fuente, pero al margen de ser una especie de logro de la naturaleza, ser tan longevo tiene contrariedades difíciles de sobrellevar.

         María Mercedes Arriagada Flores lo sabe sobremanera. De los seis hijos que tuvo sólo le sobrevive uno: Gerardo Arriagada. Emocionado, sólo atinó a decir que se sentía “muy feliz, porque nunca pensé que tenía tanto cariño y tanta amistad. Cien años son una cantidad muy difícil de alcanzar”.

         Vestida para la ocasión y entre besos y abrazos de los funcionarios del hogar, doña María Mercedes saludaba cual reina a su pueblo mientras todas las miradas y aplausos se concentraban en ella.

         Y aunque su audición presenta el deterioro propio en una persona de tercera edad, de todas maneras se las arregló para dejar a todos con un nudo en la garganta. “Agradezco de todo corazón todo lo que han hecho por mí, que Dios los bendiga a todos, no tengo más que desearles salud”.

         Oriunda de Penco, esta centenaria mujer nació el 30 de septiembre de 1907 y en su vida laboral se dedicó al Corte y Confección de vestuario de varones. Desde marzo del 2001 está en el hogar de ancianos San José Obrero de Hualpén.

  •  Entre regalos, vítores y mucho cariño, María Mercedes Arriagada Flores festejó un siglo de vida con una lucidez envidiable para una persona de su edad.

En hogar San José Obrero
Abuelita de Hualpén Cumplió 100 años